DECÁLOGO DE CÓMO NO EDUCAR Y QUIENES SON LOS CULPABLES DEL FRACASO ESCOLAR
El otro día leyendo ¿Quienes son los culpables del fracaso escolar? de @waspy09 me acordé de haber leído en algún sitio – resultó ser en Aprender del pasado de José Manuel Pina Piquer –
un decálogo de cómo no deberíamos educar a los hijos.
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La Educación, que debería ser cuestión de debate sereno y reflexivo, se ha convertido en arma arrojadiza. Ya dejó claro el escritor inglés del siglo XVII, John Wilmot, que tampoco es una cuestión fácil:
Antes de casarme tenía seis teorías sobre el modo de educar a los niños. Ahora tengo seis hijos y ninguna teoría.
Pero estaremos todos de acuerdo en que siguiendo este decálogo tendremos futuras
generaciones de necios, irresponsables, vagos…
1.- Comience desde la infancia dando a su hijo todo lo que le pida. Así crecerá convencido de que el mundo entero le pertenece.
2.- No le dé ninguna educación en valores; espere a que alcance la mayoría de edad para que pueda decidir libremente.
3.- Cuando diga palabrotas, ríaselas; esto le animará a hacer cosas más graciosas.
4.- No le reprenda nunca ni le diga que está mal algo de lo que hace, podría crearle complejo de
culpabilidad.
5.- Recoja todo lo que él deje tirado y hágaselo todo. Así se acostumbrará a cargar las responsabilidad sobre los demás.
6.- Déjele ver todo cuanto caiga en sus manos. Cuide de que sus platos, cubiertos y vasos estén
esterilizados pero deje que su mente se llene de basura.
7.- Dispute y riña a menudo con su pareja en presencia de su hijo. Así adquirirá una práctica eficaz en sus relaciones afectivas de futuro.
8.- Dele todo el dinero que quiera gastar, no vaya a sospechar que para disponer de dinero es necesario trabajar.
9.- Satisfaga todos sus deseos, apetitos, comodidades y placeres. El esfuerzo personal podría producirle frustraciones.
10.- Delegue en los profesores su educación pero no la autoridad. Póngase de parte de su hijo en
cualquier conflicto con sus educadores. Piense que ellos tienen prejuicios contra él y realmente le tienen manía.
Fuente: http://historiasdelahistoria.com/2011/10/28/decalogo-de-como-no-educar/
LAS REINAS NEGRAS DE EGIPTO
Las reinas negras. El reino de mujeres a orillas del Nilo, en el actual Sudán, que se enfrentó a los poderosos faraones. La capital del reino era Meroe.

En Nubia, el 25 de abril de 1821 Frédéric Cailliaud, un intrépido explorador francés, redescubrió la vasta necrópolis real de una ciudad en ruinas: rodeados de polvo y arena, los vestigios de Meroe. Frédéric Cailliaud y su caravana se habían aventurado en el Alto Valle del Nilo, más allá de la Quinta Catarata, sin saber demasiado bien qué iban a encontrarse. Probablemente, nunca su alegría sería más extrema que al descubrir las cimas de estas pirámides refulgiendo bajo los rayos del sol. En Meroe y sus alrededores han sido censadas unas doscientas pirámides, todas construidas en perfecta armonía con las negras lomas que forman el paisaje.
Meroe resiste el paso del tiempo, y el mito se ve agigantado por los increíbles restos de la fabulosa civilización kushita. Una capital cuyas referencias salpicaban las fuentes antiguas, sin que los historiadores supiesen muy bien si se trataba de realidad o leyenda: el esplendor último de las dinastías nubias, curiosamente salvadas del paso del tiempo a pesar del azote del viento y la arena que soplan continuamente aquí. Lo paradójico es que lo que más ha afectado a Meroe son los pillajes modernos, iniciados en el s.XIX, mientras que por los siglos de los siglos las dunas del desierto las habían protegido. Pero lo más emocionante sigue siendo la contemplación de las últimas pirámides construidas en África, un tipo de sepultura que había sido abandonado en Egipto hacía más de mil años. Son distintas a las egipcias, es algo evidente, en primer lugar por el número, por la cantidad de ellas que se muestran frente a nosotros, muchas más que en Egipto, algo muy impresionante a pesar de las diferencias arquitectónicas que no ocultan el simbolismo faraónico, fuertemente expresado aquí: de inmediato sentimos que estamos en una necrópolis real. Las sepulturas no eran tan fastuosas para el común de los mortales en la época: solamente reyes y reinas tenía derecho a ellas. A la muerte del monarca se disponía más o menos de un año para erigir su última morada, tiempo utilizado además para culminar la designación del sucesor. El difunto elegía el emplazamiento de su tumba, pero no era él quien construía la pirámide, formada por capillas funerarias excavadas en la roca viva, a 8-10 metros bajo el nivel del suelo y a las que se accedía utilizando una escalera; una vez completada la ceremonia de enterramiento, se cegaba la escalera para no molestar al difunto que acababa de cruzar al más allá, y a lo largo del año siguiente se construía la pirámide. Lo interesante aquí es que aunque esta civilización se separó de la egipcia, conservó sus tradiciones: en esta necrópolis, reyes y reinas mantuvieron los ritos fúnebres de Egipto. Egipto siempre anheló las increíbles riquezas minerales de Nubia, sobretodo el oro (Nubia, en egipcio, significa “oro”); para los egipcios, el oro era la carne de los dioses, lo que imponía que poseyesen los yacimientos del mineral allí donde estuviesen a su alcance. Contrariamente a las pirámides egipcias, los monumentos funerarios de los faraones negros no están huecos internamente, sino rellenos de una amalgama de rocas. Tan sólo la coraza de la pirámide se recubre de piedras delicadamente canteadas: aquí, la cámara mortuoria no se halla en el interior del edificio, sino bajo él, en la roca viva.
Varias pirámides han sido restauradas, recuperando su enlucido, y aunque en ninguna puede accederse a la cámara mortuoria, muchas capillas con pilonos aún conservan sus bajorrelieves, destacando la de la reina Amanishakheto

En Nubia, el 25 de abril de 1821 Frédéric Cailliaud, un intrépido explorador francés, redescubrió la vasta necrópolis real de una ciudad en ruinas: rodeados de polvo y arena, los vestigios de Meroe. Frédéric Cailliaud y su caravana se habían aventurado en el Alto Valle del Nilo, más allá de la Quinta Catarata, sin saber demasiado bien qué iban a encontrarse. Probablemente, nunca su alegría sería más extrema que al descubrir las cimas de estas pirámides refulgiendo bajo los rayos del sol. En Meroe y sus alrededores han sido censadas unas doscientas pirámides, todas construidas en perfecta armonía con las negras lomas que forman el paisaje.
Meroe resiste el paso del tiempo, y el mito se ve agigantado por los increíbles restos de la fabulosa civilización kushita. Una capital cuyas referencias salpicaban las fuentes antiguas, sin que los historiadores supiesen muy bien si se trataba de realidad o leyenda: el esplendor último de las dinastías nubias, curiosamente salvadas del paso del tiempo a pesar del azote del viento y la arena que soplan continuamente aquí. Lo paradójico es que lo que más ha afectado a Meroe son los pillajes modernos, iniciados en el s.XIX, mientras que por los siglos de los siglos las dunas del desierto las habían protegido. Pero lo más emocionante sigue siendo la contemplación de las últimas pirámides construidas en África, un tipo de sepultura que había sido abandonado en Egipto hacía más de mil años. Son distintas a las egipcias, es algo evidente, en primer lugar por el número, por la cantidad de ellas que se muestran frente a nosotros, muchas más que en Egipto, algo muy impresionante a pesar de las diferencias arquitectónicas que no ocultan el simbolismo faraónico, fuertemente expresado aquí: de inmediato sentimos que estamos en una necrópolis real. Las sepulturas no eran tan fastuosas para el común de los mortales en la época: solamente reyes y reinas tenía derecho a ellas. A la muerte del monarca se disponía más o menos de un año para erigir su última morada, tiempo utilizado además para culminar la designación del sucesor. El difunto elegía el emplazamiento de su tumba, pero no era él quien construía la pirámide, formada por capillas funerarias excavadas en la roca viva, a 8-10 metros bajo el nivel del suelo y a las que se accedía utilizando una escalera; una vez completada la ceremonia de enterramiento, se cegaba la escalera para no molestar al difunto que acababa de cruzar al más allá, y a lo largo del año siguiente se construía la pirámide. Lo interesante aquí es que aunque esta civilización se separó de la egipcia, conservó sus tradiciones: en esta necrópolis, reyes y reinas mantuvieron los ritos fúnebres de Egipto. Egipto siempre anheló las increíbles riquezas minerales de Nubia, sobretodo el oro (Nubia, en egipcio, significa “oro”); para los egipcios, el oro era la carne de los dioses, lo que imponía que poseyesen los yacimientos del mineral allí donde estuviesen a su alcance. Contrariamente a las pirámides egipcias, los monumentos funerarios de los faraones negros no están huecos internamente, sino rellenos de una amalgama de rocas. Tan sólo la coraza de la pirámide se recubre de piedras delicadamente canteadas: aquí, la cámara mortuoria no se halla en el interior del edificio, sino bajo él, en la roca viva.
Varias pirámides han sido restauradas, recuperando su enlucido, y aunque en ninguna puede accederse a la cámara mortuoria, muchas capillas con pilonos aún conservan sus bajorrelieves, destacando la de la reina Amanishakheto
EL PERÚ Y LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

En las siguientes líneas resumimos el trabajo que explica uno de nuestros conflictos diplomáticos más importantes del siglo XX.
En plena Primera Guerra Mundial, el 4 de febrero de 1917 entró en vigencia un decreto del Imperio Alemán por el cual sus buques y submarinos hundirían todos los barcos de países neutrales que transporten abastecimientos a Francia e Inglaterra. Al día siguiente el buque peruano Lorton, capitaneado por Frank Sanders, que navegaba en aguas españolas, fue torpedeado y hundido con las 2200 toneladas de salitre que llevaba.
En plena Primera Guerra Mundial, el 4 de febrero de 1917 entró en vigencia un decreto del Imperio Alemán por el cual sus buques y submarinos hundirían todos los barcos de países neutrales que transporten abastecimientos a Francia e Inglaterra. Al día siguiente el buque peruano Lorton, capitaneado por Frank Sanders, que navegaba en aguas españolas, fue torpedeado y hundido con las 2200 toneladas de salitre que llevaba.
El gobierno del presidente José Pardo y Barreda, mediante el canciller Francisco Tudela y Varela y nuestro embajador en Berlín Von der Hyden exigió una indemnización para los propietarios de la nave (Sociedad Rocca y Miller), el desagravio a nuestra bandera, castigo a los responsables del ataque y garantías para los buques mercantes del Perú durante la Guerra.
El gobierno alemán se negó rotundamente alegando que el buque tenía inscripción inglesa, tenía capitán norteamericanos y llevaba insumos para la fabricación de explosivos. El Perú respondió que la Lorton era peruana desde abril de 1914 (antes que estalle la Gran Guerra), el capitán Sanders estaba nacionalizado peruano y el salitre era distribuido como fertilizante para el mercado de un país neutral como España.
Como Alemania no dio las satisfacciones que el Perú exigía, en 1918 el presidente José Pardo, rompió relaciones diplomáticas con el Imperio y tomó posesión de sus buques mercantes en nuestros puertos. Es de resaltar que rompimos relaciones diplomáticas, pero no le declaramos la guerra a Alemania. Esto solo se hizo en febrero de 1945 durante la Segunda Guerra Mundial.
UN PERUANO HÉROE DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
Nuestro compatriota Juan Bielovucic fue uno de los primeros pilotos de la aviación mundial. Estudió en Francia y regresó al Perú en 1911 para realizar el primer vuelo en nuestro cielo: partió de Santa Beatriz rumbo a Ancón maravillando a miles de espectadores, entre ellos al presidente Augusto B. Leguía. Regresó a París y al estallar la Gran Guerra se incorporó voluntariamente a la Fuerza Aérea Francesa para combatir contra el Imperio Alemán. Cayó herido en acción y por sus valerosos servicios recibió la Legión de Honor y la Cruz de Guerra con Palma de la República de Francia.
Regresó varias veces al Perú preocupándose y colaborando siempre por el desarrollo de la aviación nacional. Falleció en París en enero de 1949.
EL REINADO DE FELIPE V (1700-1746)
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Durante los siglos XVI y XVII gobernaron España, los monarcas de la Casa de Habsburgo ("los austrias"). El último de estos fue Carlos II "el hechizado", quien murió sin dejar descendencia; antes de morir cedió los derechos al trono a su sobrino Felipe, el Duque de Anjou, un nieto del Rey Luis XIV de Borbón, el poderoso Rey Sol de Francia.
LA GUERRA DE SUCESIÓN ESPAÑOLA
El reinado de un borbón en España rompía el equilibrio geopolítico en Europa. Potencias como Inglaterra, Portugal y Austria no se resignaban a que Francia tenga tanta influencia sobre España y alentaron al Archiduque Carlos de Habsburgo para tomar el poder. La guerra estalló en 1702 y tuvo varios frentes. Francia utilizó todos sus recursos para sostener a Felipe V en el trono español.
Después de una década de guerra, la Corona Británica se mostró dispuesta a terminar una guerra que la agotaba económicamente y que causaba gran descontento en su población por la elevación de impuestos que sufría, por ello firmó en 1711 con Francia los preliminares de paz, en los que reconocía a Felipe V como rey de España. El agotamiento de los bandos en conflicto aceleró la firma de la paz definitiva en el famoso Tratado de Utrecht de 1713. Sus principales acuerdos fueron:
Inglaterra conserva Menorca y Gibraltar, ocupadas durante la guerra (cedidas por España), Nueva Escocia, la bahía de Hudson y Terranova (cedidas por Francia), la isla de Saint Kitts en el Caribe, el derecho de Asiento de negros (un monopolio de treinta años sobre el tráfico de esclavos negros con la América española) y el Navío de Permiso (concedidos por España).
Portugal obtiene la devolución de la Colonia del Sacramento (Uruguay), ocupada por España durante la guerra.
Austria obtiene los Países Bajos españoles, Milán, Nápoles y la Isla de Cerdeña (cedidos por España). El Archiduque Carlos de Austria, ahora emperador, renuncia a cualquier reclamación del trono español.
Felipe V obtiene el reconocimiento como rey de España por parte de todos los países firmantes en tanto que renuncia a cualquier derecho al trono francés, España conserva sus posesiones americanas y asiáticas.
La potencia más beneficiada con este Tratado fue Inglaterra que además de sus ganancias territoriales, obtuvo grandes ventajas económicas que le permitieron romper el monopolio comercial de España con sus colonias. Además, pudo contener las ambiciones territoriales y dinásticas de los borbónes franceses.
Austria obtiene los Países Bajos españoles, Milán, Nápoles y la Isla de Cerdeña (cedidos por España). El Archiduque Carlos de Austria, ahora emperador, renuncia a cualquier reclamación del trono español.
Felipe V obtiene el reconocimiento como rey de España por parte de todos los países firmantes en tanto que renuncia a cualquier derecho al trono francés, España conserva sus posesiones americanas y asiáticas.
La potencia más beneficiada con este Tratado fue Inglaterra que además de sus ganancias territoriales, obtuvo grandes ventajas económicas que le permitieron romper el monopolio comercial de España con sus colonias. Además, pudo contener las ambiciones territoriales y dinásticas de los borbónes franceses.
PRINCIPALES REFORMAS EN EL REINADO DE FELIPE V
Este reinado se puede dividir en dos etapas. La primera (de 1700 a 1724) de fuerte influencia francesa e italiana; y la segunda (de 1724 a 1742) de gran protagonismo de estadistas y ministros españoles.
En el primer periodo se vivió los dificiles años de la Guerra de Sucesión Española. Aún así, gracias al gran apoyo de su esposa y regente María Luisa de Saboya, se inició la renovación cultural en España; se fundó la Librería Real ( después Biblioteca Nacional), la Academia de la Lengua y, más tarde, las de Medicina e Historia.
Tras la muerte de su primera esposa, María Luisa de Saboya, adquirió protagonismo el Cardenal Julio Alberoni, quien impulsó la reorganización de Estado con el objetivo de fortalecer el absolutismo real; se abolieron viejos privilegios feudales, se centralizó la administración, otorgándose mayor poder al Rey.
En el primer periodo se vivió los dificiles años de la Guerra de Sucesión Española. Aún así, gracias al gran apoyo de su esposa y regente María Luisa de Saboya, se inició la renovación cultural en España; se fundó la Librería Real ( después Biblioteca Nacional), la Academia de la Lengua y, más tarde, las de Medicina e Historia.
Tras la muerte de su primera esposa, María Luisa de Saboya, adquirió protagonismo el Cardenal Julio Alberoni, quien impulsó la reorganización de Estado con el objetivo de fortalecer el absolutismo real; se abolieron viejos privilegios feudales, se centralizó la administración, otorgándose mayor poder al Rey.

En el aspecto económico, se restauró la Hacienda y se protegió a la burguesía buscando el crecimiento de industria nacional. En este sentido se implementó una política económica fuertemente proteccionista. El impulsó a la producción nacional se reflejó en la creación de una Real Fábrica en Guadalajara para fabricar tejidos de lujo que llegó a contar con varios centenares de telares y unos miles de trabajadores. Se estimuló el comercio interior, suprimiendo las aduanas internas, y se impulsó al comercio exterior trasladándose en 1717 la Casa de Contratación de Sevilla a Cádiz, cuyo puerto ofrecía mejores posibilidades al calado de los buques.
En el aspecto militar, reorganizó la milicia dotándola de disciplina, buscando la profesionalización de sus miembros, estableciendo una sólida jerarquía en los cuadros y un método de reclutamiento obligatorio entre la población nacional. La Armada se fortaleció con la construcción de una base naval en Ferrol, mejorando la infraestructura portuaria de importantes ciudades, construyendo numerosos barcos y activando las industrias auxiliares de la navegación.
En el aspecto militar, reorganizó la milicia dotándola de disciplina, buscando la profesionalización de sus miembros, estableciendo una sólida jerarquía en los cuadros y un método de reclutamiento obligatorio entre la población nacional. La Armada se fortaleció con la construcción de una base naval en Ferrol, mejorando la infraestructura portuaria de importantes ciudades, construyendo numerosos barcos y activando las industrias auxiliares de la navegación.
En enero de 1724, Felipe V abdicó a favor de su hijo Luis I, sin embargo, la prematura muerte de éste, en agosto del mismo año (víctima de la viruela), le obligó a ocupar el trono nuevamente.
En la segunda parte de su reinado destaca el papel desempeñado por los ministros españoles. Entre ellos, los ilustrados: José Patiño, político, diplomático y economista; José del Campillo, hacendista; y, luego, el marqués de la Ensenada, gran político y magnífico planificador de la economía.
Con estos eficientes colaboradores se acentuó este proceso de reconstrucción nacional: se expandió la flota, mercante y de guerra; se reactivó el comercio, nacional y colonial, y se siguió protegiendo la industria nacional. Para el suministro de materias primas se crearon varias compañías comerciales con América y se persiguió severamente el contrabando.
En la segunda parte de su reinado destaca el papel desempeñado por los ministros españoles. Entre ellos, los ilustrados: José Patiño, político, diplomático y economista; José del Campillo, hacendista; y, luego, el marqués de la Ensenada, gran político y magnífico planificador de la economía.
Con estos eficientes colaboradores se acentuó este proceso de reconstrucción nacional: se expandió la flota, mercante y de guerra; se reactivó el comercio, nacional y colonial, y se siguió protegiendo la industria nacional. Para el suministro de materias primas se crearon varias compañías comerciales con América y se persiguió severamente el contrabando.
LAS REFORMAS BORBÓNICAS
Se denomina así al conjunto de grandes cambios económicos, políticos y administrativos que impulsaron los reyes borbones de España, durante el siglo XVIII, para la metrópoli y sus colonias.

Estas reformas fueron iniciadas por Felipe V (1700-1746), continuadas por Fernando VI (1746-1759) y desarrolladas principalmente por Carlos III (1759-1788). Los objetivos fueron, básicamente, recuperar la hegemonia comercial y militar de España, y explotar y defender mejor los ingentes recursos coloniales.
Las Reformas Borbónicas y las colonias en América
El fuerte incremento de la población colonial durante el siglo XVII creó nuevas necesidades y problemas que los monarcas habsburgos no pudieron resolver. La lentitud y la corrupción administrativa caracterizaban la administración colonial. Las potencias rivales, Inglaterra y Portugal, se expandían impunemente e inundaban Sudamérica con mercancías de contrabando. A todo esto hay que añadir el excesivo poder que habían adquirido la aristocracia criolla y el clero, quienes se atrevían a desafiar las disposiciones reales que llegaban al Virreinato del Perú.
Los reyes borbones, principalmente Felipe V y Carlos III, emprendieron la colosal tarea de renovar la vieja estructural colonial que habían dejado los habsburgos. Apoyados por ministros y asesores ilustrados llevaron adelante las famosas Reformas Borbónicas.
Los borbones implementaron nuevas unidades administrativas en América. Crearon virreinatos, como Nueva Granada y Río de la Plata; capitanías, como Venezuela y Chile; y comandancias como Maynas. En 1784 se suprimieron los corregimientos y se implantó el sistema de intendencias, buscando mayor eficiencia en los gobiernos locales. De esta manera se consiguió mejorar la explotación de las riquezas coloniales y la recaudación tributaria.

Los borbones hicieron grandes esfuerzos por contrarrestar la hegemonía comercial y marítima de potencias rivales como Inglaterra y Holanda, prósperos países impulsados por la Primera Revolución Industrial. El proyecto borbón contempló la renovación del sistema mercantil para que sus colonias sean proveedoras eficientes de materias primas y consumidoras de las manufacturas españolas. La Corona apoyó a la burguesía penínsular favoreciendo la industria y protegiendo sus mercados. En este contexto se fue liberalizando el comercio entre los puertos españoles y americanos, lo que se consagró cuando Carlos III dio el decreto de Libre Comercio en 1778.
Esta política debía complementarse combatiendo el contrabando y mejorando la recaudación fiscal a favor de la metrópoli española. Esto provocó fuertes tensiones y guerras principalmente contra los poderosos ingleses y lusitanos.
Los conflictos contra los contrabandistas y corsarios británicos, holandeses y portugueses hizo necesario un mayor presupuesto para la armada, el ejército y las milicias. También se construyeron poderosas fortalezas y murallas para defender los principales puertos y ciudades de las colonias. El más importante ejemplo fue la construcción de los castillos del Real Felipe en el Callao.
El reformismo borbónico privilegió a los españoles europeos, “los chapetones”, en el acceso a los principales puestos de confianza en el aparato burocrático. Esto fue un duro golpe para la aristocracia criolla, pero el despotismo de los borbones reprimió duramente todo intento de resistencia.

Una de los instituciones afectadas por el despotismo ilustrado español fue la Iglesia Católica. La Corona pretendió afirmar el poder secular sobre el religioso. Esto incluía la restricción de los privilegios y exoneraciones fiscales que gozaban las ordenes católicas. Fueron los jesuitas los que más se opusieron al proyecto centralizador de los borbones, es por ello que fueron expulsados de España y sus colonias en 1767.

Estas reformas fueron iniciadas por Felipe V (1700-1746), continuadas por Fernando VI (1746-1759) y desarrolladas principalmente por Carlos III (1759-1788). Los objetivos fueron, básicamente, recuperar la hegemonia comercial y militar de España, y explotar y defender mejor los ingentes recursos coloniales.
Las Reformas Borbónicas y las colonias en América
El fuerte incremento de la población colonial durante el siglo XVII creó nuevas necesidades y problemas que los monarcas habsburgos no pudieron resolver. La lentitud y la corrupción administrativa caracterizaban la administración colonial. Las potencias rivales, Inglaterra y Portugal, se expandían impunemente e inundaban Sudamérica con mercancías de contrabando. A todo esto hay que añadir el excesivo poder que habían adquirido la aristocracia criolla y el clero, quienes se atrevían a desafiar las disposiciones reales que llegaban al Virreinato del Perú.
Los reyes borbones, principalmente Felipe V y Carlos III, emprendieron la colosal tarea de renovar la vieja estructural colonial que habían dejado los habsburgos. Apoyados por ministros y asesores ilustrados llevaron adelante las famosas Reformas Borbónicas.
Los borbones implementaron nuevas unidades administrativas en América. Crearon virreinatos, como Nueva Granada y Río de la Plata; capitanías, como Venezuela y Chile; y comandancias como Maynas. En 1784 se suprimieron los corregimientos y se implantó el sistema de intendencias, buscando mayor eficiencia en los gobiernos locales. De esta manera se consiguió mejorar la explotación de las riquezas coloniales y la recaudación tributaria.

Los borbones hicieron grandes esfuerzos por contrarrestar la hegemonía comercial y marítima de potencias rivales como Inglaterra y Holanda, prósperos países impulsados por la Primera Revolución Industrial. El proyecto borbón contempló la renovación del sistema mercantil para que sus colonias sean proveedoras eficientes de materias primas y consumidoras de las manufacturas españolas. La Corona apoyó a la burguesía penínsular favoreciendo la industria y protegiendo sus mercados. En este contexto se fue liberalizando el comercio entre los puertos españoles y americanos, lo que se consagró cuando Carlos III dio el decreto de Libre Comercio en 1778.
Esta política debía complementarse combatiendo el contrabando y mejorando la recaudación fiscal a favor de la metrópoli española. Esto provocó fuertes tensiones y guerras principalmente contra los poderosos ingleses y lusitanos.
Los conflictos contra los contrabandistas y corsarios británicos, holandeses y portugueses hizo necesario un mayor presupuesto para la armada, el ejército y las milicias. También se construyeron poderosas fortalezas y murallas para defender los principales puertos y ciudades de las colonias. El más importante ejemplo fue la construcción de los castillos del Real Felipe en el Callao.
El reformismo borbónico privilegió a los españoles europeos, “los chapetones”, en el acceso a los principales puestos de confianza en el aparato burocrático. Esto fue un duro golpe para la aristocracia criolla, pero el despotismo de los borbones reprimió duramente todo intento de resistencia.

Una de los instituciones afectadas por el despotismo ilustrado español fue la Iglesia Católica. La Corona pretendió afirmar el poder secular sobre el religioso. Esto incluía la restricción de los privilegios y exoneraciones fiscales que gozaban las ordenes católicas. Fueron los jesuitas los que más se opusieron al proyecto centralizador de los borbones, es por ello que fueron expulsados de España y sus colonias en 1767.
EL TAKI ONQOY
El Taki Onqoy fue un movimiento indígena de carácter religioso y político que invocó a los wakas o dioses andinos para derrotar al Dios de los cristianos y expulsar a los invasores españoles del siglo XVI. Su núcleo fue la región de Ayacucho y se propagó por buena parte de los Andes Centrales hasta que fue duramente reprimido por los "extirpadores de idolatrías". Algunos seguidores del Taki Onqoy resistieron subrepticiamente y hoy su tradición es continuada por muchos "danzaq" o danzantes de tijeras.
A continuación una ampliación del tema vía Wikipedia y, más abajo, una canción alusiva al tema de la resistencia religiosa andina.
EL TAKI UNQUY O TAKI ONQOY
Taki Unquy significa "el canto que enferma" en quechua. Y es desde el principio que encontramos dificultades en la descripción del fenómeno si es que no comprendemos su intrínseca connotación andina.
Su nombre viene de la creencia de que las huacas, enojadas por la expansión del cristianismo, se posesionaban de los indígenas y les hacían tocar música, bailar y anunciar la voluntad divina de restaurar la cultura, la mitología y la política prehispánica por medio de las mismas huacas.
Lo que los hechos nos dicen es que el Taki Unquy surgió aproximadamente en 1560 en Huamanga, Ayacucho, Perú, desde donde se propagó a Lima, Cusco, Arequipa, Chuquisaca y La Paz. Se trató en un principio de lo que se ha llamado "la rebelión de las Huacas", es decir como un movimiento religioso que propugnaba el rechazo del Dios occidental y cristiano impuesto de manera violenta y coercitiva a la población indígena andina como consecuencia de la conquista española del Perú. De este modo, se incitaba al regreso al culto de las huacas, que son a su vez los dioses pre-hispánicos y los recintos en los que se realizaba su veneración. Desde este punto de vista, es incorrecto tildar de milenanista al Taki Unquy, ya que justamente este movimiento no pretendía un segundo retorno de Cristo sino más bien la rebelión en contra del culto occidental-cristiano. Si hubiera que elegir alguna categoría occidental cabría utilizar imperfectamente (pero más ajustadamente al movimiento), el término Mesianismo.
La ideología tenía rasgos cristianos. Según la nueva creencia, las fuerzas de las huacas no se incorporaban en piedras ni en árboles como en tiempo del Inca sino que se meterían en los cuerpos:
"de los yndios e les hazian hablar e de allí tomaron a temblar diziendo que tenian las guacas en el cuerpo e a muchos dellos tomauan y pintauan los rrostros con color colorada y los ponian en unos cercados e allí yuan los yndios a los adorar por tal guaca y ydoles que dezia que se le avian metido en el cuerpo"
Justamente de rebelión contra el culto cristiano, el Taki Unquy derivó rápidamente a un movimiento de rebelión política con una ideología típicamente andina. Se pensaba que las huacas, en el primer momento de la invasión española, retornarían con todo su poder y vencerían al Dios español y con él a los invasores peninsulares, reestableciendo así el equilibrio del mundo roto con la conquista.
El líder visible del movimiento fue un indio llamado Juan Chocne. La rebelión fue duramente reprimida por el visitador Cristóbal de Albornoz, con quien colaboró el futuro cronista Felipe Guamán Poma de Ayala. Se llevó a Chocne y a los líderes espirtuales a Cusco donde debieron rechazar en acto público sus creencias. Las mujeres participantes fueron recluidas en conventos y los Curacas fueron multados por su participación en la sublevación.
El movimiento declinó en pocos años, se estima que terminó la práctica en 1572, pero la esperanza de una "reconquista" sobrevivió en el folclore y en círculos intelectuales.
Su nombre viene de la creencia de que las huacas, enojadas por la expansión del cristianismo, se posesionaban de los indígenas y les hacían tocar música, bailar y anunciar la voluntad divina de restaurar la cultura, la mitología y la política prehispánica por medio de las mismas huacas.
Lo que los hechos nos dicen es que el Taki Unquy surgió aproximadamente en 1560 en Huamanga, Ayacucho, Perú, desde donde se propagó a Lima, Cusco, Arequipa, Chuquisaca y La Paz. Se trató en un principio de lo que se ha llamado "la rebelión de las Huacas", es decir como un movimiento religioso que propugnaba el rechazo del Dios occidental y cristiano impuesto de manera violenta y coercitiva a la población indígena andina como consecuencia de la conquista española del Perú. De este modo, se incitaba al regreso al culto de las huacas, que son a su vez los dioses pre-hispánicos y los recintos en los que se realizaba su veneración. Desde este punto de vista, es incorrecto tildar de milenanista al Taki Unquy, ya que justamente este movimiento no pretendía un segundo retorno de Cristo sino más bien la rebelión en contra del culto occidental-cristiano. Si hubiera que elegir alguna categoría occidental cabría utilizar imperfectamente (pero más ajustadamente al movimiento), el término Mesianismo.
La ideología tenía rasgos cristianos. Según la nueva creencia, las fuerzas de las huacas no se incorporaban en piedras ni en árboles como en tiempo del Inca sino que se meterían en los cuerpos:
"de los yndios e les hazian hablar e de allí tomaron a temblar diziendo que tenian las guacas en el cuerpo e a muchos dellos tomauan y pintauan los rrostros con color colorada y los ponian en unos cercados e allí yuan los yndios a los adorar por tal guaca y ydoles que dezia que se le avian metido en el cuerpo"
Justamente de rebelión contra el culto cristiano, el Taki Unquy derivó rápidamente a un movimiento de rebelión política con una ideología típicamente andina. Se pensaba que las huacas, en el primer momento de la invasión española, retornarían con todo su poder y vencerían al Dios español y con él a los invasores peninsulares, reestableciendo así el equilibrio del mundo roto con la conquista.
El líder visible del movimiento fue un indio llamado Juan Chocne. La rebelión fue duramente reprimida por el visitador Cristóbal de Albornoz, con quien colaboró el futuro cronista Felipe Guamán Poma de Ayala. Se llevó a Chocne y a los líderes espirtuales a Cusco donde debieron rechazar en acto público sus creencias. Las mujeres participantes fueron recluidas en conventos y los Curacas fueron multados por su participación en la sublevación.
El movimiento declinó en pocos años, se estima que terminó la práctica en 1572, pero la esperanza de una "reconquista" sobrevivió en el folclore y en círculos intelectuales.
EL REINO HUANCA
Fue un reino de la sierra central del Perú, dominaron el fértil valle del Mantaro, en el actual departamento de Junín. Su capital fue Siquillapucará (cerca de Jauja), una gran urbe contruida con piedras semilabradas.
Fue un pueblo de agricultores y pastores que estaba en constante conflicto con etnias vecinas, como Taramas y Yauyos, que pretendían invadir sus tierras de cultivo y pastoreo; es por ello que fueron excelentes guerreros y construyeron varias fortalezas.
Veneraban como Pacarina al manantial de Ñawimpuquio y su dios nacional fue Wallallo Carwancho. quien tenía como santuario al templo de Warivilca.
Hacia 1450 se inicó la guerra contra los incas, quienes atacaron con sus mejores ejércitos, dirigidos por el general Cápac Yupanqui, hermano del emperador cusqueño, Pachacútec. Despues de resistir cinco años, los huancas fueron vencidos, su ciudad fue arrasada y sus hombres fueron convertidos en mitayos del Inca.
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