La educación superior no es sólo el titulo universitario. En mi opinión, una persona educada debe conocer técnicas para resolver problemas nunca antes enfrentados por ella; debe tener la habilidad de conjeturar, de deducir las implicancias de las hipótesis y de verificarlas empíricamente. Esas habilidades, normalmente ausentes en nuestro sistema económico y político, no son fomentadas por el sistema educativo. En estos días se dice en los medios que las universidades están modernizando sus currículos y que la enseñanza se está tecnificando. Y en buena hora. Sin embargo, esa afirmación carece de sentido si esos cambios no cumplen con el requisito de enseñar a enfrentar situaciones nuevas.
El debate sobre la problemática educativa no mejora el problema en tanto sus referencias a las nuevas o viejas metodologías pedagógicas sigan iguales y se centra la mayor importancia en los aspectos económicos y es que la inversión del estado en educación es incipiente y orientada a la infraestructura física y que, por tanto, son las instituciones educativas mismas las que deben elaborar soluciones al margen de la participación estatal. Con esta idea en mente, me parece que el debate debería centrarse en tres nudos: cómo entrenar al personal docente, qué metodologías son las apropiadas dadas las condiciones materiales del sistema y cómo autofinanciar el funcionamiento de los centros educativos. Sin embargo, antes de abordar esos asuntos debemos comprender cómo hemos llegado a esta situación.
Es cierto que sólo la educación no es la solución para los problemas sociales del país, pero también es cierto que ella es el requisito indispensable para construir una nación fuerte en este mundo tecnológico moderno. El país no es pobre por las transnacionales, por la corrupción o por el caos parlamentario, como sugieren algunos de nuestros modernistas de derecha y de izquierda, sino todo eso más la falta de educación, entre otros factores que no es del caso mencionar aquí. Pero, sin importar el sistema político o económico que se adopte, sin ella, sin educación, somos meros campesinos iletrados inclinados ante los surcos mirando de reojo los cielos y los mares surcados por naves de banderas extranjeras cargadas de mercaderías y de utilidades que llevan a sitios lejanos.
Lic. William Daniel camacho Díaz
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