MANUEL PARDO Y LAVALLE

RESEÑA BIOGRÁFICA
Manuel Pardo y Lavalle en 1872 se convirtió en el primer civil elegido como Presidente del Perú. Su preparación académica, su experiencia empresarial y su carisma personal le permitieron liderar un movimiento político renovador y modernizante que acabó con el Primer Militarismo y dio inicio al Primer Civilismo.
Pardo y Lavalle nació en Lima en 1834. Fue hijo del influyente escritor y político Felipe Pardo y Aliaga, quien lo educó en los mejores colegios de Lima y Santiago de Chile. En su juventud viajó a España y Francia. En estos paises estudió Letras y Economía Política, respectivamente.
Regresando al Perú incursionó en la comercialización de guano y en la agricultura de exportación. Fue un hábil empresario que llegó a dirigir la Compañía Nacional del Guano y la hacienda agroindustrial de Tumán (en Lambayeque).
En 1860 fundó La Revista de Lima, órgano de expresión intelectual y política de la burguesía peruana. En ella publicó importantes artículos donde advirtió el pronto agotamiento de las reservas de guano y se pronunció a favor de invertir en grandes obras de infraestructura productiva antes que llegue la crisis.

En ese sentido lanzó una campaña para “convertir el guano en ferrocarriles”. Promovió la construcción de grandes vías férreas que conecten nuestras ciudades y puertos de la costa con los centros producción agropecuaria y minera de la serranía. Esto permitiría una progresiva dinamización de las regiones conectadas, el desarrollo de la industria local y una menor dependencia de las potencias europeas.
En 1865 fue nombrado Secretario de Hacienda por el gobierno de Mariano Ignacio Prado, integrando así el famoso Gabinete de los Talentos. Entre 1869 y 1872 fue Alcalde de Lima. En este cargo mostró dotes de eficiencia y liderazgo. La gran popularidad que gozaba en todos los estratos sociales le alentó a organizar la Sociedad Independencia Electoral, llamada después Partido Civil. Ëste fue el primer partido político de la historia peruana y con él Manuel Pardo pretendía transformar el país y dirigirlo por la senda la modernización y el desarrollo.

EL GOBIERNO DE MANUEL PARDO Y LAVALLE (1872-1876)
ANTECEDENTES
En las elecciones de 1872 Manuel Pardo y Lavalle alcanzó la máxima votación. La burguesía comercial y financiera, de la que era parte, respaldó y financió su impresionante campaña electoral. La amplia votación alcanzada se debió también a sus promesas de modernización del estado y manejo honesto de los fondos públicos. Pardo convenció al electorado de la necesidad de acabar con los viejos males del militarismo y de la urgencia de construir "una república práctica, una república de la verdad".

Sin embargo, existía un sector del ejército decidido a prolongar el militarismo. Tenían el temor a perder el protagonismo y los privilegios derivados de su control del Estado. Estos sectores conservadores anticivilistas liderados por los hermanos Gutierrez (Tomás, Silvestre, Marcelino y Marceliano) dieron un golpe de estado, faltando pocos días para la entrega de la banda presidencial a Pardo y Lavalle.
El 22 de julio de 1872 apresaron al presidente José Balta y proclamaron como Jefe Supremo de la República a Tomás Gutierrez; sin embargo el pueblo limeño instigado por los dirigentes civilistas y respaldados por la Marina de Guerra se enfrentó a los golpistas en las calles. Fueron tres días de intensos combates. El resultado fue la muerte de Tomás, Silvestre y Marceliano Gutierrez, capturados y linchados en las calles de la capital. Los dos primeros fueron colgados en las torres de la Catedral de Lima (ver imagen).

Manuel Pardo y Lavalle, quien se había refugiado en el Buque Independencia (en el Callao), retornó a la capital y asumió el mando supremo en medio de la algarabía popular.
Es así que la burguesía guanera peruana tomó el control directo del estado; se dio fin al Primer Militarismo y se inició el Primer Civilismo. Había un ambiente de esperanza y renovación, sin embargo el auge del guano se había acabado y el Perú estaba al borde de la crisis más dramática de su vida republicana.
LA CRISIS ECONÓMICA
Manuel Pardo y Lavalle recibió el gobierno en medio de una grave situación fiscal. El presidente Balta había gastado todas las rentas producidas por el Contrato Dreyfus y peor aún había dejado al país comprometido en una gran deuda externa. El déficit presupuestario era gigantesco; el guano bajaba de precio en el mercado mundial y la mayor parte estaba de sus reservas estaban hipotecadas en manos extranjeras.
A un mes de iniciar su régimen el presidente Pardo expuso ante el estado la terrible situación hacendaria. Se necesitaban por lo menos S/. 8.5000,000 para financiar los gastos del estado, las obras públicas y el servicio de la deuda externa.
"El cuadro de la crisis es clásico: hay déficit en el presupuesto; el Estado pierde crédito en el exterior; el oro huye o desaparece del mercado; los bancos privados no pueden reembolsar en metálico los billetes que ellos mismo emiten, con lo cual, por supuesto, se intensifica la demanda de metalico y crece la desconfianza del público en el billete" (Chirinos Soto, Enrique)
Las medidas de ajuste económico que se implementaron para intentar salir de la crisis fueron:
La restricción del gasto en obras públicas. La construcción de los grandes ferrocarriles quedó afectada hasta que en 1875 se detuvo definitivamente sin terminar los tramos planificados.
Se incrementaron los derechos arancelarios, principalmente a exportación del salitre; asimismo, se elevaron los impuestos a los predios rústicos y urbanos, a la propiedad industrial y a las patentes.
Como parte del programa de austeridad la burocracia fue podada, las fuerzas armadas se redujeron en tres cuartas partes. También se implementó un programa de descentralización tributaria y administrativa para que los departamentos consigan y menejen sus propias rentas.
En 1873 se decretó el Estanco del Salitre por el cual sólo el Estado podía exportar los nitratos, quedando los particulares obligados a venderle su producción. En 1875 se radicalizó la medida al ordenar la expropiación de las salitreras de Tarapacá (Ver imagen).
El gobierno le entregó al Banco de la Providencia la concesión para la explotación y venta del salitre. Así se constituyó la Compañia Salitrera del Perú, cuyo presidente fue Francisco García Calderón y su Secretario Luis Benjamín Cisneros.
Las medidas tomadas no fueron suficientes para salir de la profunda crisis económica. Una serie de factores negativos agravaron la situación. En 1872 la Casa Dreyfus dejó de enviar las remesas mensuales al Perú pues el pago de la deuda externa consumia ya todas las entradas del guano. Se intentó renegociar el contrato pero la Casa Dreyfus se opuso a ello. Es por eso que el gobierno decidio anular el contrato en 1875.
Para pagar la expropiación del Salitre se emiteron inorganicamente "billetes fiscales" que devaluaron la moneda nacional.
Al fracasar los intentos de renegociación de la deuda en enero de 1876 El gobierno peruano declaró la moratoria de la deuda externa, es decir el país estaba en bancarrota fiscal.

POLÍTICA EDUCATIVA Y CULTURAL
Manuel Pardo y su generación de intelectuales civilistas sabían que el desarrollo del Perú tenía como condición básica la expansión de la enseñanza humanista, científica y tecnológica.
Este ideal chocaba con la difícil realidad económica que atravesaba el país; a pesar de esto el gobierno promovió la educación y cultura implementando notables reformas. Un conjunto de brillantes profesionales respaldaron la tarea; entre ellos: Manuel Atanasio Fuentes, José Granda, Casimiro Ulloa, José Antonio Roca, Pradier Foderé y Eduardo de Habich.
El Reglamento General de Instrucción promulgado por Pardo estableció la gratuidad y obligatoriedad del primer grado de la educación básica. Para asegurar los fondos necesarios restauró el pago de la contribución general y encargó su administración a las municipalidades.
La educación primaria recibió así un impulso notable con la publicación y reparto gratuito de libros para los niños y maestros. Destaca así la difusión de la revista El Educador Popular, editada por la imprenta del Estado.
La educación secundaria aún no era gratuita, pero se implementó un sistema de becas por rendimiento y condición socioeconómica. Además, se importaron y editaron miles de libros de ciencia, historia, gramática, naturaleza y artes. También se favoreció la llegada de maestros europeos.
A nivel superior destaca la creación de la Facultad de Ciencias Políticas y Administrativas en la Universidad San Marcos. Esta casa de estudios fue privilegiada con el título de Universidad Mayor; las de Cusco (San Antonio Abad) y Arequipa (San Agustín) fueron nombradas universidades menores; y las de Huamanga, Puno y Trujillo fueron clausuradas.
En 1876 se fundó la Escuela de Ingenieros Civiles y de Minas. Se encargó a Eduardo de Habich su organización y dirección. Este ingeniero polaco sentó las bases para la formación de la primera generación de ingenieros peruanos. En Europa contrató a brillantes colegas y trajo muchos libros científicos y técnicos para la Escuela que dirigía en Lima.

Otras instituciones superiores que nacieron en este régimen fueron:
-La Escuela Superior de Agricultura
-La Escuela Naval
-La Escuela Especial de Artillería y Estado Mayor
-Las Escuelas Normales (pedagógicos) de Cajamarca, Junín y Cusco.
Para la mejor capacitación técnica de los jóvenes se reorganizó la Escuela de Artes y Oficios y se fundó la Escuela Agrícola Práctica.
La imprenta del Estado tuvo una incesante actividad. Se dio especial atención a los periódicos, revistas y libros de caracter humanista y científico. Aparte del diario oficial se publicaban:
-La Gaceta Médica
-La Gaceta Judicial
-Los Anales de Construcciones Civiles y de Minas del Perú
-La Revista de Agricultura
-El Educador Popular (revista de Arnaldo Márquez)
-El Saber (revista de la Sociedad Amantes del Saber)
Mencionamos ya que el gobierno importó miles de libros educativos y científicos que enriquecieron la calidad académica de los peruanos; pero, además de eso, se hicieron grandes esfuerzos para publicar obras por cuenta de la Imprenta del Estado. Entre las más destacadas obras editadas durante este gobierno tenemos:
-El Perú, de Antonio Raimondi
-Documentos Históricos y Literarios, de Manuel de Odriozola
-Dicionario de Legislación Peruana, de Manuel Atanasio Fuentes
-Gramática Quechua, de José Dionisio Anchorena
POLÍTICA EXTERIOR
Los ánimos expansionistas chilenos se evidenciaron desde la década de 1860 cuando lograron que Bolivia les entregue los territorios de Atacama entre los paralelos 24 y 25 latitud sur. Los recursos salitreros de las regiones de Atacama (Bolivia) y Tarapacá (Perú) estaban en peligro.
La grave coyuntura económica que atravesaba el Perú hacia 1872 hicieron que el presidente Manuel Pardo anule la compra de dos buques blindados que Balta había encargado en astilleros ingleses. Esto permitió que Chile pase a tener la escuadra más poderosa del Pacífico sur, ya que en 1873 adquirió los poderosos barcos Cochrane y Blanco Encalada.

Manuel Pardo y Lavalle desestimó las voces que alertaban de un plan agresivo de la burguesía chilena asociada al capital británico; ambos interesados en el control de las total de los yacimientos salitreros de Bolivia y Perú.
Fue a pedido del gobierno boliviano que el Perú firmó un pacto de alianza de carácter defensivo. El Tratado Riva Agüero-Benavente fue firmado en 1873 y en ella depositó su confianza el régimen civilista; más aún, cuando se tenía la esperanza de que Argentina se adhiera a ella. La incorporación de Buenos Aires fue truncada por la disputa territorial que mantenía con Bolivia por la región de Tarija y por el temor de argentino a una alianza chileno-brasileña.
El Tratado de 1873 debía mantenerse en secreto, sin embargo los chilenos lo conocieron tempranamente a través de sus vínculos políticos y amicales con algunos senadores bolivianos y argentinos. El gobierno chileno, conocedor de la alianza peruano-boliviana reforzó sus relaciones comerciales, militares y diplómáticas con los ingleses y buscó solucionar rapidamente sus disputas con Argentina en la Patagonia.
ATENTADOS Y REBELIONES
La oposición fue encarnizada contra el presidente Pardo. Sus enemigos provenían principalmente de dos sectores: el ejército, desplazado con el ascenso del civilismo, y el pierolismo, ligado a los intereses de la Casa Dreyfus.
El militarismo y el pierolismo se confabularon para realizar graves atentados y rebeliones contra el régimen. En el Congreso y la prensa escrita los adversarios de Manuel Pardo fustigaban sus medidas de austeridad económica y su política de reducción de ejército.
A pesar de que importantes diarios como El Comercio y La Opinión apoyaban al gobierno, la opinión pública se dejaba influenciar por la gran cantidad de “periódicos chicos”, que llegaban al extremo de alentar conspiraciones, asesinatos y rebeliones.
El más activo de estos medios fue La Mascarada, periódico satírico que el 15 de agosto de 1874 publicó una caricatura donde se representaba la muerte de Julio Cesar en el Senado Romano, solo que en el lugar de César estaba Manuel Pardo. En su leyenda decía: “El último día de César. La historia es un espejo donde la humanidad halla consejo”. Una semana después dispararon contra el Presidente en la Plaza de Armas. Aunque Pardo se salvó esa vez, no tuvo la misma suerte cuando en 1878 fue abaleado ingresando al Senado precisamente.
Entre los caudillos que se sublevaron en este periodo se encuentran: el coronel Vicente Escobar, en Huancayo; el coronel Herrera, en Canta; el comandante Bedoya, en Ayacucho; el sargento Machuca, en Arequipa; y Miguel Iglesias, en Cajamarca. En Lima se sublevaron los sargentos del batallón Pichincha apoyados por el viejo general Manuel Ignacio de Vivanco quien fugó a Chile, donde murió en 1873.

También en Lima se sublevaron los sargentos del batallón Zepita en el cuartel San Francisco, pero el movimiento fue rápidamente debelado por el comandante Andrés Avelino Cáceres. En agradecimiento Manuel Pardo cedió el mando del batallón al futuro Brujo de los Andes.
Vemos pues que el primer gobierno civil del Perú tuvo que afrontar una gran cantidad de asonadas golpistas. Queda aún recordar la más célebre de todas ellas: La Rebelión del Talismán.
OTROS HECHOS U OBRAS
La Guardia Nacional
Como una forma de contrarrestar la excesiva fuerza del ejército, Pardo organizó la Guardia Nacional. Todos los ciudadanos entre los veintiuno y los veinticinco años fueron llamados a formar parte de ella. Su entrenamiento era periódico y su servicio activo no debía ser mayor de seis meses.
El ejército regular fue limitado a tres mil hombres, reduciendo así su antiguo y desmedido poder. Esta medida fue acompañada de la suspensión de la compra de armas. Con animo de profesionalizar a las fuerzas armadas fundó el Colegio Militar, la Escuela de Clases y la Escuela Naval.
La inmigración y colonización
Pardo también promovió la inmigración europea. Cerca de tres mil italianos llegaron al Perú y cientos de ellos se internaron en la selva central para colonizar Chanchamayo y La Merced.
El desarrollo telegráfico
En 1875 todas las líneas telegráficas terrestres pasaron a control del Estado. Esto ocurrió a través de un acuerdo con la Compañía Nacional Telegráfica, empresa que se declaró en insolvencia.
El cableado submarino se inició el mismo año a cargo de la empresa británica West Coast American Telegraph. Todos los puertos costeños fueron enlazados; también se tendieron líneas con Chile, Argentina y Panamá.
El Censo de 1870
Manuel Pardo organizó la Dirección de Estadística; luego preparó y realizó el censo general en 1876, el mismo que dio como resultado un total de 2 704 998 habitantes.
FIN DEL GOBIERNO
Al acercarse el fin del periodo presidencial de Pardo y Lavalle fue voceado el general Mariano Ignacio Prado. El ex presidente del Perú contaba con las simpatías de los civilistas y la aprobación de Manuel Pardo quien fue su ministro de Hacienda durante la Guerra con España.
El único candidato opositor fue el contraalmirante Lizardo Montero, que no contó con mayor respaldo, ni en el pueblo, ni en el seno del civilismo. En mayo de 1876 fue electo como presidente del Perú Don Mariano Ignacio Prado y como vicepresidente, el general Luis La Puerta.

La transmisión del mando fue completamente pacífica (hecho muy raro en el Perú) y tuvo lugar el 2 de agosto de 1876. Manuel Pardo entregó la banda presidencial y escuchó el discurso que pronunció su sucesor. En palabras de Jorge Basadre: “Al terminar la ceremonia, Pardo acompañó como simple ciudadano al nuevo Jefe de Estado, rodeado de un grupo de amigos personales y políticos. Fue un hermoso espectáculo democrático.”
EL ASESINATO DE PARDO.-
Todo ocurrió entre las 2 y 3 de la tarde del fatídico sábado 16 de septiembre de 1878. A las 2 p.m., Pardo llega en coche a la puerta del Congreso. Llegaba de la imprenta del diario El Comercio, donde había revisado las pruebas de un discurso que iba a ser publicado. Lo acompañaban a la Cámara los señores Manuel María Rivas y Adán Melgar. A la entrada, la guardia del batallón Pichincha le presenta armas y Pardo hace un gesto para que cesen los honores. Luego, Pardo ingresa al primer patio del Congreso cuando el sargento Melchor Montoya le dispara. La bala roza la mano izquierda del señor Rivas, penetra en el pulmón izquierdo de Pardo y sale a la altura de la clavícula. El ex presidente se lleva las manos al pecho y, recostado sobre un señor, se dirige al segundo patio (la cámara de senadores estaba, en el siglo XIX, en el actual local del Museo de la Inquisición).
Pardo cae al suelo entre las puertas que separan al patio del salón de sesiones. El señor Melgar se lanza contra el asesino, mientras la guardia permanece impasible. Melchor Montoya huye hacia la Plaza de la Inquisición, pero es apresado por el sargento Juan Vellods. Dos centinelas lo llevan a un cuarto en el segundo patio del Senado. En unos instantes, llegan más de12 médicos, pero la herida es mortal; la hemorragia es casi generalizada. No movieron a Pardo quien, agonizante, preguntó quién había sido el asesino. Al saber que se trataba de un sargento dijo “perdono a todos”; también llegó a decir “mi familia”, “debo mucho”, “me ahogo”. El padre dominico Caballero fue su último confesor. A las 3 de la tarde, exhaló su último aliento. El presbítero González La Rosa cerró sus ojos.
Manuel Pardo y Lavalle en 1872 se convirtió en el primer civil elegido como Presidente del Perú. Su preparación académica, su experiencia empresarial y su carisma personal le permitieron liderar un movimiento político renovador y modernizante que acabó con el Primer Militarismo y dio inicio al Primer Civilismo.
Pardo y Lavalle nació en Lima en 1834. Fue hijo del influyente escritor y político Felipe Pardo y Aliaga, quien lo educó en los mejores colegios de Lima y Santiago de Chile. En su juventud viajó a España y Francia. En estos paises estudió Letras y Economía Política, respectivamente.
Regresando al Perú incursionó en la comercialización de guano y en la agricultura de exportación. Fue un hábil empresario que llegó a dirigir la Compañía Nacional del Guano y la hacienda agroindustrial de Tumán (en Lambayeque).
En 1860 fundó La Revista de Lima, órgano de expresión intelectual y política de la burguesía peruana. En ella publicó importantes artículos donde advirtió el pronto agotamiento de las reservas de guano y se pronunció a favor de invertir en grandes obras de infraestructura productiva antes que llegue la crisis.

En ese sentido lanzó una campaña para “convertir el guano en ferrocarriles”. Promovió la construcción de grandes vías férreas que conecten nuestras ciudades y puertos de la costa con los centros producción agropecuaria y minera de la serranía. Esto permitiría una progresiva dinamización de las regiones conectadas, el desarrollo de la industria local y una menor dependencia de las potencias europeas.
En 1865 fue nombrado Secretario de Hacienda por el gobierno de Mariano Ignacio Prado, integrando así el famoso Gabinete de los Talentos. Entre 1869 y 1872 fue Alcalde de Lima. En este cargo mostró dotes de eficiencia y liderazgo. La gran popularidad que gozaba en todos los estratos sociales le alentó a organizar la Sociedad Independencia Electoral, llamada después Partido Civil. Ëste fue el primer partido político de la historia peruana y con él Manuel Pardo pretendía transformar el país y dirigirlo por la senda la modernización y el desarrollo.

EL GOBIERNO DE MANUEL PARDO Y LAVALLE (1872-1876)
ANTECEDENTES
En las elecciones de 1872 Manuel Pardo y Lavalle alcanzó la máxima votación. La burguesía comercial y financiera, de la que era parte, respaldó y financió su impresionante campaña electoral. La amplia votación alcanzada se debió también a sus promesas de modernización del estado y manejo honesto de los fondos públicos. Pardo convenció al electorado de la necesidad de acabar con los viejos males del militarismo y de la urgencia de construir "una república práctica, una república de la verdad".

Sin embargo, existía un sector del ejército decidido a prolongar el militarismo. Tenían el temor a perder el protagonismo y los privilegios derivados de su control del Estado. Estos sectores conservadores anticivilistas liderados por los hermanos Gutierrez (Tomás, Silvestre, Marcelino y Marceliano) dieron un golpe de estado, faltando pocos días para la entrega de la banda presidencial a Pardo y Lavalle.
El 22 de julio de 1872 apresaron al presidente José Balta y proclamaron como Jefe Supremo de la República a Tomás Gutierrez; sin embargo el pueblo limeño instigado por los dirigentes civilistas y respaldados por la Marina de Guerra se enfrentó a los golpistas en las calles. Fueron tres días de intensos combates. El resultado fue la muerte de Tomás, Silvestre y Marceliano Gutierrez, capturados y linchados en las calles de la capital. Los dos primeros fueron colgados en las torres de la Catedral de Lima (ver imagen).

Manuel Pardo y Lavalle, quien se había refugiado en el Buque Independencia (en el Callao), retornó a la capital y asumió el mando supremo en medio de la algarabía popular.
Es así que la burguesía guanera peruana tomó el control directo del estado; se dio fin al Primer Militarismo y se inició el Primer Civilismo. Había un ambiente de esperanza y renovación, sin embargo el auge del guano se había acabado y el Perú estaba al borde de la crisis más dramática de su vida republicana.
LA CRISIS ECONÓMICA
Manuel Pardo y Lavalle recibió el gobierno en medio de una grave situación fiscal. El presidente Balta había gastado todas las rentas producidas por el Contrato Dreyfus y peor aún había dejado al país comprometido en una gran deuda externa. El déficit presupuestario era gigantesco; el guano bajaba de precio en el mercado mundial y la mayor parte estaba de sus reservas estaban hipotecadas en manos extranjeras.
A un mes de iniciar su régimen el presidente Pardo expuso ante el estado la terrible situación hacendaria. Se necesitaban por lo menos S/. 8.5000,000 para financiar los gastos del estado, las obras públicas y el servicio de la deuda externa.
"El cuadro de la crisis es clásico: hay déficit en el presupuesto; el Estado pierde crédito en el exterior; el oro huye o desaparece del mercado; los bancos privados no pueden reembolsar en metálico los billetes que ellos mismo emiten, con lo cual, por supuesto, se intensifica la demanda de metalico y crece la desconfianza del público en el billete" (Chirinos Soto, Enrique)
Las medidas de ajuste económico que se implementaron para intentar salir de la crisis fueron:
La restricción del gasto en obras públicas. La construcción de los grandes ferrocarriles quedó afectada hasta que en 1875 se detuvo definitivamente sin terminar los tramos planificados.
Se incrementaron los derechos arancelarios, principalmente a exportación del salitre; asimismo, se elevaron los impuestos a los predios rústicos y urbanos, a la propiedad industrial y a las patentes.
Como parte del programa de austeridad la burocracia fue podada, las fuerzas armadas se redujeron en tres cuartas partes. También se implementó un programa de descentralización tributaria y administrativa para que los departamentos consigan y menejen sus propias rentas.
En 1873 se decretó el Estanco del Salitre por el cual sólo el Estado podía exportar los nitratos, quedando los particulares obligados a venderle su producción. En 1875 se radicalizó la medida al ordenar la expropiación de las salitreras de Tarapacá (Ver imagen).
El gobierno le entregó al Banco de la Providencia la concesión para la explotación y venta del salitre. Así se constituyó la Compañia Salitrera del Perú, cuyo presidente fue Francisco García Calderón y su Secretario Luis Benjamín Cisneros.
Las medidas tomadas no fueron suficientes para salir de la profunda crisis económica. Una serie de factores negativos agravaron la situación. En 1872 la Casa Dreyfus dejó de enviar las remesas mensuales al Perú pues el pago de la deuda externa consumia ya todas las entradas del guano. Se intentó renegociar el contrato pero la Casa Dreyfus se opuso a ello. Es por eso que el gobierno decidio anular el contrato en 1875.
Para pagar la expropiación del Salitre se emiteron inorganicamente "billetes fiscales" que devaluaron la moneda nacional.
Al fracasar los intentos de renegociación de la deuda en enero de 1876 El gobierno peruano declaró la moratoria de la deuda externa, es decir el país estaba en bancarrota fiscal.

POLÍTICA EDUCATIVA Y CULTURAL
Manuel Pardo y su generación de intelectuales civilistas sabían que el desarrollo del Perú tenía como condición básica la expansión de la enseñanza humanista, científica y tecnológica.
Este ideal chocaba con la difícil realidad económica que atravesaba el país; a pesar de esto el gobierno promovió la educación y cultura implementando notables reformas. Un conjunto de brillantes profesionales respaldaron la tarea; entre ellos: Manuel Atanasio Fuentes, José Granda, Casimiro Ulloa, José Antonio Roca, Pradier Foderé y Eduardo de Habich.
El Reglamento General de Instrucción promulgado por Pardo estableció la gratuidad y obligatoriedad del primer grado de la educación básica. Para asegurar los fondos necesarios restauró el pago de la contribución general y encargó su administración a las municipalidades.
La educación primaria recibió así un impulso notable con la publicación y reparto gratuito de libros para los niños y maestros. Destaca así la difusión de la revista El Educador Popular, editada por la imprenta del Estado.
La educación secundaria aún no era gratuita, pero se implementó un sistema de becas por rendimiento y condición socioeconómica. Además, se importaron y editaron miles de libros de ciencia, historia, gramática, naturaleza y artes. También se favoreció la llegada de maestros europeos.
A nivel superior destaca la creación de la Facultad de Ciencias Políticas y Administrativas en la Universidad San Marcos. Esta casa de estudios fue privilegiada con el título de Universidad Mayor; las de Cusco (San Antonio Abad) y Arequipa (San Agustín) fueron nombradas universidades menores; y las de Huamanga, Puno y Trujillo fueron clausuradas.
En 1876 se fundó la Escuela de Ingenieros Civiles y de Minas. Se encargó a Eduardo de Habich su organización y dirección. Este ingeniero polaco sentó las bases para la formación de la primera generación de ingenieros peruanos. En Europa contrató a brillantes colegas y trajo muchos libros científicos y técnicos para la Escuela que dirigía en Lima.

Otras instituciones superiores que nacieron en este régimen fueron:
-La Escuela Superior de Agricultura
-La Escuela Naval
-La Escuela Especial de Artillería y Estado Mayor
-Las Escuelas Normales (pedagógicos) de Cajamarca, Junín y Cusco.
Para la mejor capacitación técnica de los jóvenes se reorganizó la Escuela de Artes y Oficios y se fundó la Escuela Agrícola Práctica.
La imprenta del Estado tuvo una incesante actividad. Se dio especial atención a los periódicos, revistas y libros de caracter humanista y científico. Aparte del diario oficial se publicaban:
-La Gaceta Médica
-La Gaceta Judicial
-Los Anales de Construcciones Civiles y de Minas del Perú
-La Revista de Agricultura
-El Educador Popular (revista de Arnaldo Márquez)
-El Saber (revista de la Sociedad Amantes del Saber)
Mencionamos ya que el gobierno importó miles de libros educativos y científicos que enriquecieron la calidad académica de los peruanos; pero, además de eso, se hicieron grandes esfuerzos para publicar obras por cuenta de la Imprenta del Estado. Entre las más destacadas obras editadas durante este gobierno tenemos:
-El Perú, de Antonio Raimondi
-Documentos Históricos y Literarios, de Manuel de Odriozola
-Dicionario de Legislación Peruana, de Manuel Atanasio Fuentes
-Gramática Quechua, de José Dionisio Anchorena
POLÍTICA EXTERIOR
Los ánimos expansionistas chilenos se evidenciaron desde la década de 1860 cuando lograron que Bolivia les entregue los territorios de Atacama entre los paralelos 24 y 25 latitud sur. Los recursos salitreros de las regiones de Atacama (Bolivia) y Tarapacá (Perú) estaban en peligro.
La grave coyuntura económica que atravesaba el Perú hacia 1872 hicieron que el presidente Manuel Pardo anule la compra de dos buques blindados que Balta había encargado en astilleros ingleses. Esto permitió que Chile pase a tener la escuadra más poderosa del Pacífico sur, ya que en 1873 adquirió los poderosos barcos Cochrane y Blanco Encalada.

Manuel Pardo y Lavalle desestimó las voces que alertaban de un plan agresivo de la burguesía chilena asociada al capital británico; ambos interesados en el control de las total de los yacimientos salitreros de Bolivia y Perú.
Fue a pedido del gobierno boliviano que el Perú firmó un pacto de alianza de carácter defensivo. El Tratado Riva Agüero-Benavente fue firmado en 1873 y en ella depositó su confianza el régimen civilista; más aún, cuando se tenía la esperanza de que Argentina se adhiera a ella. La incorporación de Buenos Aires fue truncada por la disputa territorial que mantenía con Bolivia por la región de Tarija y por el temor de argentino a una alianza chileno-brasileña.
El Tratado de 1873 debía mantenerse en secreto, sin embargo los chilenos lo conocieron tempranamente a través de sus vínculos políticos y amicales con algunos senadores bolivianos y argentinos. El gobierno chileno, conocedor de la alianza peruano-boliviana reforzó sus relaciones comerciales, militares y diplómáticas con los ingleses y buscó solucionar rapidamente sus disputas con Argentina en la Patagonia.
ATENTADOS Y REBELIONES
La oposición fue encarnizada contra el presidente Pardo. Sus enemigos provenían principalmente de dos sectores: el ejército, desplazado con el ascenso del civilismo, y el pierolismo, ligado a los intereses de la Casa Dreyfus.
El militarismo y el pierolismo se confabularon para realizar graves atentados y rebeliones contra el régimen. En el Congreso y la prensa escrita los adversarios de Manuel Pardo fustigaban sus medidas de austeridad económica y su política de reducción de ejército.
A pesar de que importantes diarios como El Comercio y La Opinión apoyaban al gobierno, la opinión pública se dejaba influenciar por la gran cantidad de “periódicos chicos”, que llegaban al extremo de alentar conspiraciones, asesinatos y rebeliones.
El más activo de estos medios fue La Mascarada, periódico satírico que el 15 de agosto de 1874 publicó una caricatura donde se representaba la muerte de Julio Cesar en el Senado Romano, solo que en el lugar de César estaba Manuel Pardo. En su leyenda decía: “El último día de César. La historia es un espejo donde la humanidad halla consejo”. Una semana después dispararon contra el Presidente en la Plaza de Armas. Aunque Pardo se salvó esa vez, no tuvo la misma suerte cuando en 1878 fue abaleado ingresando al Senado precisamente.
Entre los caudillos que se sublevaron en este periodo se encuentran: el coronel Vicente Escobar, en Huancayo; el coronel Herrera, en Canta; el comandante Bedoya, en Ayacucho; el sargento Machuca, en Arequipa; y Miguel Iglesias, en Cajamarca. En Lima se sublevaron los sargentos del batallón Pichincha apoyados por el viejo general Manuel Ignacio de Vivanco quien fugó a Chile, donde murió en 1873.

También en Lima se sublevaron los sargentos del batallón Zepita en el cuartel San Francisco, pero el movimiento fue rápidamente debelado por el comandante Andrés Avelino Cáceres. En agradecimiento Manuel Pardo cedió el mando del batallón al futuro Brujo de los Andes.
Vemos pues que el primer gobierno civil del Perú tuvo que afrontar una gran cantidad de asonadas golpistas. Queda aún recordar la más célebre de todas ellas: La Rebelión del Talismán.
OTROS HECHOS U OBRAS
La Guardia Nacional
Como una forma de contrarrestar la excesiva fuerza del ejército, Pardo organizó la Guardia Nacional. Todos los ciudadanos entre los veintiuno y los veinticinco años fueron llamados a formar parte de ella. Su entrenamiento era periódico y su servicio activo no debía ser mayor de seis meses.
El ejército regular fue limitado a tres mil hombres, reduciendo así su antiguo y desmedido poder. Esta medida fue acompañada de la suspensión de la compra de armas. Con animo de profesionalizar a las fuerzas armadas fundó el Colegio Militar, la Escuela de Clases y la Escuela Naval.
La inmigración y colonización
Pardo también promovió la inmigración europea. Cerca de tres mil italianos llegaron al Perú y cientos de ellos se internaron en la selva central para colonizar Chanchamayo y La Merced.
El desarrollo telegráfico
En 1875 todas las líneas telegráficas terrestres pasaron a control del Estado. Esto ocurrió a través de un acuerdo con la Compañía Nacional Telegráfica, empresa que se declaró en insolvencia.
El cableado submarino se inició el mismo año a cargo de la empresa británica West Coast American Telegraph. Todos los puertos costeños fueron enlazados; también se tendieron líneas con Chile, Argentina y Panamá.
El Censo de 1870
Manuel Pardo organizó la Dirección de Estadística; luego preparó y realizó el censo general en 1876, el mismo que dio como resultado un total de 2 704 998 habitantes.
FIN DEL GOBIERNO
Al acercarse el fin del periodo presidencial de Pardo y Lavalle fue voceado el general Mariano Ignacio Prado. El ex presidente del Perú contaba con las simpatías de los civilistas y la aprobación de Manuel Pardo quien fue su ministro de Hacienda durante la Guerra con España.
El único candidato opositor fue el contraalmirante Lizardo Montero, que no contó con mayor respaldo, ni en el pueblo, ni en el seno del civilismo. En mayo de 1876 fue electo como presidente del Perú Don Mariano Ignacio Prado y como vicepresidente, el general Luis La Puerta.

La transmisión del mando fue completamente pacífica (hecho muy raro en el Perú) y tuvo lugar el 2 de agosto de 1876. Manuel Pardo entregó la banda presidencial y escuchó el discurso que pronunció su sucesor. En palabras de Jorge Basadre: “Al terminar la ceremonia, Pardo acompañó como simple ciudadano al nuevo Jefe de Estado, rodeado de un grupo de amigos personales y políticos. Fue un hermoso espectáculo democrático.”
EL ASESINATO DE PARDO.-
Todo ocurrió entre las 2 y 3 de la tarde del fatídico sábado 16 de septiembre de 1878. A las 2 p.m., Pardo llega en coche a la puerta del Congreso. Llegaba de la imprenta del diario El Comercio, donde había revisado las pruebas de un discurso que iba a ser publicado. Lo acompañaban a la Cámara los señores Manuel María Rivas y Adán Melgar. A la entrada, la guardia del batallón Pichincha le presenta armas y Pardo hace un gesto para que cesen los honores. Luego, Pardo ingresa al primer patio del Congreso cuando el sargento Melchor Montoya le dispara. La bala roza la mano izquierda del señor Rivas, penetra en el pulmón izquierdo de Pardo y sale a la altura de la clavícula. El ex presidente se lleva las manos al pecho y, recostado sobre un señor, se dirige al segundo patio (la cámara de senadores estaba, en el siglo XIX, en el actual local del Museo de la Inquisición).
Pardo cae al suelo entre las puertas que separan al patio del salón de sesiones. El señor Melgar se lanza contra el asesino, mientras la guardia permanece impasible. Melchor Montoya huye hacia la Plaza de la Inquisición, pero es apresado por el sargento Juan Vellods. Dos centinelas lo llevan a un cuarto en el segundo patio del Senado. En unos instantes, llegan más de12 médicos, pero la herida es mortal; la hemorragia es casi generalizada. No movieron a Pardo quien, agonizante, preguntó quién había sido el asesino. Al saber que se trataba de un sargento dijo “perdono a todos”; también llegó a decir “mi familia”, “debo mucho”, “me ahogo”. El padre dominico Caballero fue su último confesor. A las 3 de la tarde, exhaló su último aliento. El presbítero González La Rosa cerró sus ojos.
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